Para los que están pensando en «¿y entonces las rampas para qué están?», les pido que se acuerden de las personas con movilidad reducida. Sí, están para que puedan acceder más fácilmente aquellos que se desplacen en sillas de ruedas.
A simple vista podría ser visto como un buen cambio, me refiero al de pasar de «prohibir» a «persuadir». Pero hay un punto que me hace ruido: ahora están presentes ambos carteles! Entonces más que un cambio sería una superposición de mensajes.
Sin dudas no hay una sola manera de conseguir cambios conductuales, pero una buena comunicación es fundamental si los objetivos están claros. Esto es un claro ejemplo de que a menudo los organismos gubernamentales a menudo no logran articular de manera eficiente sus mensajes con sus políticas en espacios públicos.
El resultado: las bicicletas siguen circulando por allí como si nada.
Tal vez la propuesta de realizar una bicisenda desde Pellegrini hasta el río solucione definitivamente este problema. Tal vez ese reordenamiento vehicular pueda remediar la mala comunicación.